" La casa de un montero francés "
He aquí un cuadro de perro como a mí me gustan.
La luz inunda la habitación desde la puerta acristalada, dejando zonas de sombra intensa.
Dos perros que nos llegan cómplices y felices. Una escena de interior apacible y sin embargo llena de vida.

No hay duda, nos encontramos en la casa de un montero francés.
Bajo secreto sumario puedo chivaros que no es precisamente uno cualquiera...

¡Pero chitón!

Una trompa rodeando un tricornio deliciosamente femenino, unas pesadas botas junto a otras finas botas de amazona. Ésta es sin duda una pareja unida por la misma pasión.
Podríamos decir lo mismo de estas dos perras, la labrador tan delicada y la cairn terrier , cuyos ojos brillan de inteligencia.

A través de la puerta acristalada, la luz entra a raudales, reflejándose sobre el embaldosado de mármol con incrustaciones de pizarra. El decorado podría haber parecido frío si no llega a ser por la carpintería en roble rubio y la pesada silla tapizada de terciopelo, que aportan la nota cálida y confortable a este salón normando. Las cortinas, de una gran elegancia, añaden un "no-se-qué" muy femenino y le dan todo el encanto chic parisino.

Algunos detalles interesantes
 
Me encantaba la ceja levantada de la labrador, era muy "british". Para los acuarelistas, aquí tenéis un hermoso estudio del negro. Bajo la silla, detrás de la pata, podéis ver el cuerpo de la perra, descansando sobre una losa de pizarra, todo en una intensa sombra. En la foto era imposible distinguir donde empezaba uno y acababa otro.

Pinté el pelo del cairn al que le da el sol de lleno con un pincel demasiado fino. Quedaba demasiado limpio y peinado. Después de repasarlo desde mi mirada, cogí un pincel grueso, para "ensuciar" el pelo, que es más beige que blanco y claramente sucio cuando está mojado. El cuadro ya estaba terminado cuando volví a retocarlo para remplazar ese pelaje demasiado fino por mechones más toscos. Aproveché también para reforzar el contraste luz/sombra.

Aquí me lo pasé igual de bien pintando este suntuoso tejido como con la borla y el cordón, llenos de relieves, cada tono en su sitio.
Me doy una palmadita en la espalda

¡Dos siempre es mejor que una! ¿Os habéis fijado en el reflejo de las botas?
¿Quién se atreve a insinuar que no sé pintar con acuarela mojada?
La firma está en las hormas de pino de las botas, tono sobre tono.
¡Qué modesto soy!
 
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